sábado, 21 de noviembre de 2020

Maurice Pinay: Los judíos traicionan a sus más fieles amigos. La invasión musulmana en la Península Ibérica.

Complot contra la Iglesia. Capítulo XVIII
Los judíos traicionan a sus más fieles amigos.
Traidores y colaboradores




Witiza, echado en brazos de los hebreos y rodeado de consejeros israelitas, llegó alcolmo de los desatinos en una política que se nos antoja suicida. Mandó convertir las armasen arados y demoler las murallas de muchas ciudades con sus poderosas fortificaciones -quehabrían dificultado enormemente la invasión musulmana-, según unos, so pretexto de su amora la paz, y según otros, para poder reprimir más fácilmente a los opositores de su absurdapolítica que cada día crecían en número y fuerza. Mientras, los judíos -traicionando a su lealamigo Witiza- estaban instigando la invasión musulmana a España desde el norte de África,con el fin de aniquilar para siempre al Estado cristiano y de ser posible a toda la Cristiandadeuropea. El Arzobispo Rodrigo de Toledo y el Obispo Lucas de Tuy, en sus crónicas yacitadas, narran cómo el gobierno de Witiza mandó derrumbar los muros de las ciudades,destruir las fortificaciones y convertir las armas en arados. El célebre historiador españoldel siglo pasado, Marcelino Menéndez Pelayo, al hacer mención de la traición de los judíos,dice: “La población nativa hubiera podido resistir al puñado de árabes que pasó el estrecho;pero Witiza les había desarmado, las torres estaban por tierra y las lanzas convertidas enrastrillos”.           

                                          

Mientras el Imperio Visigodo, bajo la influencia de los judíos consejeros y amigos
de Witiza, se desarmaba, destruía sus defensas y anulaba su poderío bélico, los hebreos
alentaban a los musulmanes a realizar la invasión y destrucción del imperio cristiano, para lo
cual hacían grandes preparativos en el norte de África. Por el año de 709 el descontento de la
nobleza y del pueblo contra Witiza había tomado proporciones tales que su situación se
tornaba insostenible; fue entonces cuando el judaísmo nos brindó una lección más de su alta
política, empleando un sistema que después de doce siglos ha perfeccionado en forma
eficacísima: cuando consideran perdida la causa que ellos sostienen, destacan elementos al
bando rival antes de sobrevenir el derrumbe, para que si se hace inevitable su triunfo, al
consumarse éste luchen esos judíos por quedar siempre arriba y de ser posible a la cabeza
del nuevo régimen. En esta forma, triunfe un bando o el otro, ellos quedan siempre dominando
la situación. Practican con científica maestría el principio de que la única manera segura de
acertar una carta es apostando a todas a la vez. Este ha sido uno de los grandes secretos del
triunfo progresivo del imperialismo judaico a través de los siglos que les ha permitido llegar al
dominio universal; por eso, todos los dirigentes religiosos y políticos de la humanidad deben
tomar muy en cuenta esta clásica maniobra de la alta política judaica, previniendo el engaño y
evitando la trampa. Viendo prácticamente perdida la causa de su protector y leal amigo Witiza,
no tuvieron los hebreos escrúpulos en traicionarlo, para poder a tiempo escalar posiciones
decisivas en el bando contrario, posiciones que les permitieran dominarlo al obtenerse la
victoria.

                                             
                                                                          Visigodo español

De cómo los israelitas inculcaban el pacifismo en el país que deseaban arruinar y, en cambio
en el que iban a utilizar como instrumento para arruinar al anterior, predicaban el belicismo;
táctica judaica clásica, utilizada a través de los siglos en diversos países y que en la actualidad
practican con toda la perfección que les permite una experiencia de cuatro milenios. Es curioso
notar que los hebreos en la actualidad predican el pacifismo y el desarme en el mundo libre,
por medio de las organizaciones masónicas, teosóficas, partidos socialistas, comunistas,
agentes infiltrados en las diversas Iglesias cristianas, o a través de una campaña mediática:
prensa, radio y televisión, etc., mientras que en la Unión Soviética y demás estados sujetos a
la dictadura socialista totalitaria inculcan al pueblo el belicismo. Es también importante hacer
notar que los judíos al término de la pasada guerra mundial, después de desarmar a los
Estados Unidos de Norteamérica y a Inglaterra en forma peligrosísima, han ido entregando al
comunismo posiciones vitales y destruyendo, al mismo tiempo, las defensas básicas de esas
dos grandes potencias occidentales, armando hasta los dientes a la URSS y a los demás
países comunistas, incluso con gigantescos recursos bélicos sacados traidoramente de
Norteamérica por los hebreos quinta columnistas que han controlado los gobiernos de
Washington, incluyendo los secretos atómicos y de los proyectiles intercontinentales. En
concreto, las tácticas son las mismas que hace mil doscientos años. Si los pueblos de Estados
Unidos, de Inglaterra y otras naciones del mundo libre no abren los ojos a tiempo y reducen a
la impotencia a la quinta columna judaica que tienen introducida, muy pronto verán a sus
países arrasados y dominados por la horda judeo bolchevique que los reducirá a la esclavitud,
como pasó hace más de doce siglos con el cristiano Imperio Visigodo. Es curioso observar que
hasta en detalles siguen practicando los hebreos tácticas similares. Nos ha tocado ver grabado
en distintos lugares de los Estados Unidos el texto del pasaje bíblico relativo a que “las armas
se convertirán en arados”, ideal sublime pero sólo factible de realización cuando todos los
bandos contendientes lo practiquen por igual. Los hebreos lo utilizan ahora, como hace mil
doscientos años, para inducir al pacifismo y al desarme a los pueblos que quieren hundir, es
decir, a todos los pueblos del mundo que se encuentran todavía libres de su dictadura
totalitaria y comunista, porque en los estados socialistas en donde ya la impusieron y que
están siendo utilizados para esclavizar al mundo libre, lejos de convertirse las armas en
arados, han creado la más gigantesca y destructora industria bélica de todos los tiempos. Así
pues, por una parte los pueblos de la humanidad libre son adormecidos por las prédicas
pacíficas, la corrupción y las discordias promovidas por la quinta columna hebrea introducida
en ellos y, por otra parte, al otro lado del telón de acero, se prepara la demoledora invasión
que en forma aplastante podrá triunfar si los pueblos libres dejan subsistir las traidoras quinta
columnas que entre ellos tienen los israelitas y que facilitarán el triunfo del comunismo en la
hora precisa. Como facilitaron también, en la hora adecuada, la destrucción del Estado
cristiano de los visigodos...

                                              
           
El siguiente dato, que debemos a la acuciosa investigación de un docto historiador,
Ricardo C. Albanés, es muy elocuente: “Esta degeneración y despotismo provocó un profundo
descontento, por lo que desde principios del año 710 estaba condenada la dinastía de Witiza.
El célebre Eudon, judío según se ha sostenido y cuya raza ocultaba, púsose al frente del
partido español o romano, amenazado por la fatídica ley de razas derogada por Recesvinto, y
mediante una rápida y hábil conspiración, aprehendió a Witiza. Constituidos los sublevados en
junta (Senado romano), pensaron en nombrar rey a Rodrigo, nieto del gran Recesvinto, a cuyo
rey tanto debían los españoles romanos por haber derogado los aborrecidos privilegios góticos
(que tenían sojuzgada a la raza hispano latina conquistada por los godos). Rodrigo, retirado a
la vida del hogar, resistía ceñir la corona que le ofrecía el conspirador, pero cediendo a la
postre ocupó el trono, recompensando enseguida a Eudon al nombrarle conde de los Notarios,
esto es, ministro de estado y hombre de todas las confianzas reales”. Triunfante la conjura,
el voto de la mayoría de los magnates visigodos, descontentos ya con Witiza, legalizó al
parecer el reinado de Rodrigo. Por otra parte, después de su derrocamiento murió Witiza,
según algunos de muerte natural y según otros cruelmente martirizado por Rodrigo que le
mandó sacar los ojos. Esta última versión es verosímil, si se toma en cuenta que Witiza había
asesinado años antes al padre de Rodrigo y le había también sacado los ojos, dejándolo
cautivo y ciego. Era, pues, de esperarse que nada bueno hubiera de ocurrir a Witiza al caer en
manos del hijo de Teodofredo, martirizado en la forma que queda expuesta. Así pagó el
judaísmo subversivo los grandes beneficios que recibió de Witiza, quien no sólo liberó de la
esclavitud a los cripto judíos del reino, sino que llamó del exilio a los judíos públicos, les
permitió practicar a unos y a otros libremente el judaísmo, los encumbró a las más altas
posiciones y les brindó su más absoluta confianza, en aras de la reconciliación cristiano-judía y
de la hermandad de los pueblos. ...§ La historia nos brinda con frecuencia ejemplos trágicos
de este tipo. Para el judío imperialista, la amistad del cristiano o gentil y la fraternidad cristianojudía no es más que un simple medio para obtener ventajas que faciliten la tarea del judaísmo, tendiente a aniquilar a sus enemigos y a conquistar los demás pueblos mediante la
destrucción de sus defensas internas; al fin de cuentas, si les conviene, acaban por traicionar
también, en la forma más cruel, a los ingenuos que se entregan en sus brazos o que
inconscientemente les hacen el juego. ¡Pobre del que se deja engañar por los alardes de
amistad y por la hábil diplomacia de los hipócritas hebreos! La historia está llena de trágicos
desenlaces para los que infantilmente creyeron en tal amistad judía y se dejaron envolver por
tan experimentada diplomacia.
               
                                                
                                                                 Don Pelayo caudillo visigodo

Es fácil comprender la influencia decisiva que debe haber tenido el judío Eudon, ministro
de estado del rey Rodrigo, sobre este hombre, que ni siquiera quería ser rey y que sólo
accedió a serlo debido a las instancias repetidas del hebreo, pues en primer lugar, el artífice
de esta nueva situación política necesariamente tuvo, sobre ella, influencia decisiva por lo
menos durante algún tiempo y no existen indicios de que el débil Rodrigo, dado también a los
vicios y a la lujuria, haya siquiera intentado sacudirse el poder de su ministro de Estado. Por
otra parte, la política seguida por Rodrigo es, en sí, tan suicida que a las claras se ve que fue
inspirada por quienes planearan su ruina y con ella la de la Cristiandad en el moribundo
Imperio Gótico. La benéfica influencia que pudiera haber ejercido Pelayo, jefe de la Guardia
Real, no se deja sentir, siendo evidente que fueron otros los que manejaron la política del débil
monarca que entregó el mando de parte de sus ejércitos al Arzobispo Oppas, personaje que
no sólo era pariente cercano de Witiza, sino brazo derecho de éste en la dirección de la
desastrosa política eclesiástica del monarca. Además, en el preciso momento de estarse
preparando los musulmanes a invadir el imperio por el sur, con la ayuda de los judíos, era
inducido el rey Rodrigo a marchar hacia el norte con sus ejércitos para conquistar la Vasconia,
que nunca habían podido dominar los godos. El historiador Ricardo C. Albanés, después de
señalar que Tarik ben-Ziyad en esos días logró avanzar al frente de cuatro mil sarracenos
hasta el norte del actual Marruecos, dice: “...fue entonces cuando el traidor conde don Julián,
gobernador de Ceuta y uno de los conjurados, entregó a Tárik esa importantísima llave del
estrecho de Gibraltar, excitándole enseguida a pasar a España y ofreciéndose de guía. En la
corte de Toledo no se daba importancia a tales sucesos, calificándolas de intentonas que
fácilmente podría dominar Teodomiro, duque de la Bética, induciéndose por el contrario a
Rodrigo para que, al frente de su ejército, se trasladase al norte de España, a realizar la
conquista de la Vasconia, que no habían logrado los más poderosos monarcas godos. Y para
determinar esta movilización se rebeló Pamplona, movida por las intrigas y el oro de la
poderosa y antigua judería de dicha ciudad. Mientras tanto Tárik al frente de sus berberiscos,
franquea el estrecho y arrolla en la Bética las huestes del leal Teodomiro, escribiendo
entonces este aguerrido general la célebre carta en la que angustiosamente pedía auxilio a
Rodrigo, quien se encontraba en la Vasconia gótica.
                                                                     
                                                                            Tarik Ben Ziyad

Estando ya los hijos de Witiza y el traidor Arzobispo Oppas en secreto contubernio con
los judíos y los musulmanes, Rodrigo comete el error mortal de entregarles el mando de
importante parte del ejército, el cual debería librar la batalla decisiva contra los musulmanes
invasores. La víspera de la batalla, que los españoles llaman del Guadalete, los hijos de Witiza
conferenciaron con los nobles godos y judíos conjurados. Al efecto, la crónica árabe “Ajbar
Machmuá” narra que dijeron: “Este mal nacido, dijeron refiriéndose a Rodrigo, se ha hecho
dueño de nuestro reino sin ser de nuestra estirpe real; antes bien, uno de nuestros inferiores;
aquella gente que viene del África no pretende establecerse en nuestro país; lo único que
desea es ganar botín: conseguido esto, se marchará y nos dejará. Emprendamos la fuga en el
momento de la pelea, y ese miserable será derrotado” 234. Los doce mil musulmanes
mandados por Tarik se enfrentaron al día siguiente con los cien mil cristianos comandados por
Rodrigo, el Arzobispo Oppas y los dos hijos de Witiza. La batalla se desarrollaba como era
natural en forma favorable para los visigodos, pero entonces el Arzobispo traidor y los dos
hijos de Witiza, en el momento adecuado, lejos de huir y dejar solo a Rodrigo, se pasaron con
sus ejércitos al bando islamico, haciendo pedazos al resto de la tropa que permanecía fiel al
rey Rodrigo, según lo narra el cronista Al-Makkari 235. En esta batalla decisiva perdió la vida
Rodrigo, según sostienen la mayoría de los historiadores. Todavía queda impreso el recuerdo,
en distintas regiones de España, de la traición del arzobispo Oppas, que como digno sucesor
de Judas Iscariote traicionó a Cristo y a su Santa Iglesia, colaborando en forma decisiva con
los enemigos de ésta en la destrucción de la Cristiandad en lo que fuera en otro tiempo
esplendoroso Imperio de los visigodos. Gran amigo de los judíos (como su pariente Witiza), el
Arzobispo Oppas acabó por traicionar en la forma más catastrófica a su patria y a su Iglesia,
en combinación con los hebreos que utilizaban ahora, para destruir al cristianismo, la pujante
fuerza del naciente Islam, al igual que otrora habían dirigido el poder omnipotente del Imperio
Romano contra los cristianos, y posteriormente cuando la religión cristiana se convirtió en la
religión del imperio, traicionando a los romanos colaboraron con los ejércitos germánicos para
invadir a Roma.
                   Desgraciadamente, en nuestros días, hay en el alto clero muchos imitadores del Arzobispo Oppas, que en oculto contubernio con el judaísmo facilitan los triunfos del de la masonería, el comunismo y el imperio de los potentados de las finanzas, de la banca y de la bolsa, que impulsan el imperio de las transnacionales para atacar y someter a los pueblos desde la ultra izquierda y la ultra derecha, destrozando por la espalda tanto a los clérigos como a los caudillos seglares que defienden a la Santa Iglesia o a su patria, en la misma forma en que el Arzobispo Oppas atacó en ese entonces por la espalda al ejército de Rodrigo, defensor de la Cristiandad en aquellos momentos decisivos§.... ¡Que Cristo Nuestro Señor ayude a la Santa Iglesia y a la humanidad contra las traiciones de los Oppas del siglo XX!
                  La Enciclopedia española Espasa Calpe narra la traición del Arzobispo Oppas, tomando
en cuenta crónicas cristianas, de la siguiente manera: “...reforzadas las tropas de éste (Tarik)
por 5.000 berberiscos, enviados a su petición por Muza, muchos judíos y los cristianos
partidarios de Witiza (en total unos 25.000 hombres, contra 40.000) acepta la batalla. Esta
duró dos días, llevando en el primero la ventaja los visigodos, gracias a su caballería, de que
carecían los berberiscos. Entonces tuvo lugar la traición de Sisberto y Oppas, que se pasaron
al enemigo, y aunque el centro del ejército, mandado por el rey, peleó con valor, fue derrotado
(19 y 20 de julio de 711)” 236. Con respecto a la traición del Arzobispo Oppas, que hizo perder
a la Cristiandad un vasto imperio, el historiador jesuita del siglo XVI, Juan de Mariana, narra
como dicho prelado asistió primero a los hijos de Witiza en los preparativos de la negra
conspiración, y después, refiriéndose al papel de Oppas en la batalla decisiva, dice: “La
victoria estuvo hasta gran parte del día sin declararse: sólo los Moros daban alguna muestra
de flaqueza, y parece querían retroceder y aún volver las espaldas, cuando D. Oppas en lo
más recio de la pelea según que de secreto lo tenía concertado, con un buen golpe de los
suyos se pasó a los enemigos. Juntóse con D. Julián que tenía consigo gran número de lso
Godos, y de través por el costado más flaco acometió a los nuestros. Ellos atónitos con
traición tan grande, y por estar cansados de pelear no pudieron sufrir aquel nuevo ímpetu, y
sin dificultad fueron rotos y puestos en huida. Es natural que haya diferencias entre las
cifras fijadas a ambos ejércitos por los historiadores cristianos y musulmanes, pero es evidente
que en cualquier forma el ejército cristiano era superior en número al sarraceno y que sólo la
traición del arzobispo y la conjura dirigida, principalmente, por la quinta columna judía hicieron
posible que un imperio tan vasto haya podido ser conquistado tan rápidamente por un
pequeño ejército. El rey Rodrigo tenía razón al restar importancia a la invasión islámica, dado
el pequeño contingente de los ejércitos invasores, pero con lo que no contaba era con la
traición que se estaba fraguando en secreto, ni con el terrible poder de la quinta columna judía,
que como luego demostraremos, desempeñó un papel decisivo en la lucha. Quiera Dios
que las naciones del mundo libre aprovechen las experiencias de la Historia; y que éstas
-aunque se consideren más fuertes que las naciones dominadas por el comunismo- tengan
siempre en cuenta que en una guerra pueden fallar catastrófica todos los cálculos si se
permite a las quinta columnas judías que sigan minando en secreto a los países libres, porque
en un momento dado pueden éstas desarticular por completo sus defensas y dar un fácil
triunfo al comunismo.

                                            
                                                                  Musulmanes invasores              

Para completar el conjunto de pruebas que demuestran la destrucción de un Estado
cristiano hace más de mil doscientos años y su entrega por la quinta columna judía a los
enemigos de la Cristiandad, vamos a presentar diversos testimonios históricos de cristianos,
musulmanes y judíos que dan por cierta la complicidad de los israelitas residentes en el
Imperio Gótico y en varias naciones del Norte de África, con la invasión de los musulmanes, a
los cuales ayudaron en diversas formas. Las pruebas que vamos a presentar son, en conjunto,
incontrovertibles, ya que además de la autoridad de los cronistas o historiadores citados, es
inverosímil que en medio de esa enconada guerra de siglos, sostenida por cristianos y
musulmanes, se hayan puesto de acuerdo las partes antagónicas para culpar a los judíos de la
traición al Estado en que habitaban; aún más, los autores israelitas han coincidido con los
anteriores, precisamente, en ese mismo hecho histórico. El famoso historiador cristiano
está que la invasión de los árabes fué inicuamente patrocinada por los judíos que habitaban en
España. Ellos les abrieron las puertas de las principales ciudades. El historiador
holandés, descendiente de hugonotes, Reinhart Dozy, que tanto prestigio adquirió en el siglo
pasado, aporta en su obra maestra “Historia de los musulmanes de España”, una serie de
datos que confirman la ayuda valiosísima que los hebreos prestaron a los sarracenos,
facilitándoles la conquista del Imperio Gótico 239. El historiador judío norteamericano, doctor
Abram León Sachar, que fue director nacional de las Fundaciones Hilel para las universidades
en Estados Unidos, en su obra titulada “Historia de los judíos” asevera, entre otras cosas, que
las huestes árabes cruzaron los estrechos que las separaban de España en 711 y se hicieron
dueños del país, ayudadas por la condición decadente del reino visigodo y sin duda, por la
colaboración de los judíos 240.“La Comisión de Sinagogas Unidas para la Educación Judía”,
con domicilio en Nueva York, hizo una edición oficial de la obra titulada “El pueblo judío”, de
Deborah Pessin, en donde se afirma: “En el año 711, España fue conquistada por los
musulmanes, y los judíos saludaron su venida con júbilo. Ellos regresaron a España de los
países a los que habían huido. Ellos salieron al encuentro de los conquistadores ayudándoles
a tomar las ciudades de España” 241. En pocas palabras, esta publicación oficial hebrea
resume la acción de los israelitas, que como se había visto, fue doble: por una parte, los judíos
del norte de África que, en el siglo anterior habían sido expulsados de España, se unieron a
los ejércitos musulmanes invasores; y, por otra parte, los israelitas habitantes del Imperio
Gótico, la quinta columna, abrieron a los invasores las puertas del reino, quebrantando las
defensas por dentro.

                                                                       
                 

El historiador judío alemán, Josef Kastein, en su obra“Historia y destino de los judíos”
dice: “Los berberiscos ayudaron al movimiento árabe a extenderse hasta España, mientras lo
judíos sostenían la empresa a la vez con hombres y con dinero. En el año 711 los berberiscos
comandados por Tarik cruzaron el estrecho y ocuparon Andalucía. Los judíos aportaron
piquetes de tropas y guarniciones para el distrito...” 242. Este historiador israelita nos aporta el
valioso dato de que los hebreos sostuvieron también financieramente la invasión y conquista
del Imperio Visigodo, es decir fueron los instigadores y patrocinadores de la invasión
sarracena... El historiador hebreo Graetz, después de mencionar que en la conquista del
Imperio Visigodo por los musulmanes intervinieron tanto los judíos del norte de África como los
que residían en España, sigue narrando que: “Después de la batalla de Jerez (julio 711) y la
muerte de Rodrigo, el último rey visigodo, los árabes victoriosos siguieron avanzando, y en
todas partes fueron apoyados por los judíos. En cada ciudad que conquistaban, los generales
musulmanes no estaban en posibilidad de dejar sino una pequeña guarnición de sus propias
tropas, ya que necesitaban de todos sus hombres para someter al país, por eso confiaban su
custodia a los judíos. De esta manera los judíos, que hasta recientemente habían estado
sometidos a la servidumbre, ahora se convertían en los amos de Córdoba, Granada, Málaga y
muchas otras ciudades” 243.El rabino Jacob S. Raisin indica que la invasión de la España
goda fue realizada por un ejército de “doce mil judíos y moros”, acaudillados por un judío
converso al Islam, hijo de Cahena, una heroína perteneciente a una tribu de berberiscos
judaizantes y que fue la madre de Tarik-es-Said. Luego sigue: “En la batalla de Jerez (año
711) el rey visigodo Rodrigo fue derrotado por uno de los generales de Cahena, Tarif-es- Zaid
`un judío de la tribu de Simeón´ debido al cual se dio el nombre de Tarifa a la isla. El fue el
primer `moro´ que puso pie en el suelo de España” 244. Es curioso que el citado rabino, a pesar
de indicar que Tarik-es- Said profesaba ya la religión musulmana, lo sigue llamando judío de la
tribu de Simeón. Esto lo pueden comprender fácilmente quienes saben el nulo valor que tienen
las conversiones de los judíos a otras religiones, ya que con rarísimas excepciones, son
siempre fingidas.
                   
                                       
                                                         Judíos defardíes en la Península Ibérica

Entre los historiadores árabes y sus crónicas, se habla de la complicidad de los judíos en
la invasión y conquista del Imperio Visigodo, entre otras, la crónica formada por una colección
de tradiciones compiladas en el siglo XI y conocida como “Ajbar Machmuá”, que menciona la
conspiración de los judíos para traicionar a Rodrigo. Estos judíos iban en el ejército visigodo
con los hijos de Witiza y con los nobles godos descontentos, la víspera de la batalla decisiva.
Hay también otros detalles sobre la complicidad de los hebreos que habitaban en España,
pues según se narra, cuando hallaban los árabes muchos judíos en una ciudad, les dejaban la
custodia de ésta junto con un destacamento de musulmanes, mientras el grueso de las tropas
seguía avanzando. En otros casos, simplemente confiaron la custodia de las ciudades
capturadas a los habitantes judíos sin dejar ningún destacamento islamico. Así, refiriéndose la
mencionada crónica árabe a la captura de Córdoba, constata que: “Reunió Moguits en
Córdoba a los judíos, a quienes encomendó la guarda de la ciudad”. Y refiriéndose a Sevilla,
afirma: “Confió Muza la guarda de la ciudad a los judíos” 245. Lo mismo dice de Elvira
(Granada) y de otras poblaciones. Datos no menos interesantes sobre este asunto relata el
historiador sarraceno Al- Makkari, quien refiriéndose a los musulmanes invasores dice:
“...tenían por costumbre juntar a los judíos en las fortalezas con algunos pocos musulmanes,
encargándoles la guarda de las ciudades, para que continuase la demás tropa su marcha a
otros puntos” 246. .....El cronista islámicoibn-el-Athir, en su famosa crónica “El Kamel”, dio
diversos detalles sobre la invasión musulmana en el Imperio Gótico y sobre la complicidad
judaica, datos que fueron también confirmados después por el historiado musulmán Ibn-
Khaldoun, nacido en Túnez en 1332, en su célebre “Historia de los berberiscos”. De él
tomamos el siguiente hecho, por ser de capital importancia, para ilustrarnos sobre lo que
entienden los israelitas por reconciliación o fraternidad cristiano-judía.... Ibn-Khaldoun, citando
a Ibn-el- Athir, dice que después de tomada Toledo por los musulmanes “...los otros
destacamentos capturaron las ciudades contra las cuales se les había enviado y que Taric
estableció en Toledo a los judíos, con uno que otro de sus compañeros, y se dirigió a Sevilla..”
¿Y qué fue lo que ocurrió a la población civil cristiana cuando quedó en las garras de los
judíos? ¿Sería posible que esa reconciliación y amistad cristiano-judía que los hebreos
traicionaron en forma ya de sobra demostrada, sirviera ahora que ya tenían aherrojadas a sus
víctimas, para usar hacia ellas de clemencia y tolerancia que tanto querían? La Crónica del
siglo XII del ilustrísimo Obispo Lucas de Tuy, nos brinda datos muy reveladores al respecto.
Esta versión de los hechos es repetida después por casi todos los historiadores toledanos, al
afirmar que sitiada la capital visigoda por el caudillo Tarikben- Zeyad, “...salieron los cristianos
de la ciudad a celebrar en la próxima basílica de Santa Leocadia, la Pasión del Salvador, el
domingo de Ramos del año 712, y que aprovechándose los judíos de su ausencia, pusieron en
manos de los musulmanes la silla de Leovigildo y de Recaredo, siendo los cristianos
degollados, parte en la vega y parte en la misma basílica” 248.... El historiador judío Graetz da
una versión que coincide con la anterior, al decir que cuando Tarik llegó frente a Toledo ésta
estaba custodiada por una pequeña guarnición, y que “mientras los cristianos estaban en la
iglesia rezando por la salvación de su país y de su religión, los judíos abrieron las puertas de la
ciudad a los árabes victoriosos (el Domingo de Ramos del año 712), recibiéndolos con
aclamaciones y vengando así los mucas desdichas que habían caído sobre ellos en el curso
de un siglo (como castigo a sus constantes conspiraciones) desde los tiempos de Recaredo y
Sisebuto” 249. Naturalmente que dicho historiador judío se abstiene de mencionar la matanza
de cristianos que luego sobrevino y de que habla tanto la Crónica del Obispo don Lucas de
Tuy, como la mayoría de los antiguos historiadores de Toledo.
                 
                                                  
                                                                                     Iberos

Es de citarse, al respecto, un precedente interesante: hacía más o menos un siglo que el
emperador bizantino Heraclio había presionado a los monarcas visigodos para que expulsasen
a los judíos de España, porque su estancia en los estados cristianos constituía un peligro para
la vida de éstos, citando el hecho de que los israelitas habían “...comprado a Cosroes 80.000
cautivos cristianos, a los que degollaron sin piedad. Desgraciadamente, Sisebuto, lejos
de extirpar de raíz la peligrosa y mortal quinta columna, puso a los hebreos ante la disyuntiva
de expulsión o conversión, empujando con esto a la inmensa mayoría a convertirse
fingidamente al cristianismo, tornando así a la quinta columna judía incrustada en el Estado
cristiano, en una quinta columna dentro del seno de la misma Iglesia, aumentando con ello
inmensamente su peligrosidad. Es evidente que en la matanza de los cristianos deben
haber intervenido musulmanes y judíos; por una parte, hubo la benignidad y tolerancia de los
conquistadores árabes en España que es reconocida hasta por los escritores judíos, y, por
otra parte, los hechos nos han demostrados que los israelitas, siempre que pudieron saciar
sus odios contra los cristianos, organizaron ellos mismos matanzas e incitaron después a los
paganos a ejecutarlas. Además, siempre que ha triunfado alguna herejía o revolución dirigida
por el judaísmo, ha degenerado con frecuencia en matanzas de cristianos; y ya no se diga de
las revoluciones judeo-comunistas de nuestros días, en que los asesinatos masivos están a la
orden del día. Ante la reconocida tolerancia de los árabes victoriosos en España y los hechos
expuestos, es fácil imaginar quiénes fueron los principales inspiradores de las degollinas de
cristianos en el sojuzgado Imperio Gótico. Sea lo que fuere, una cosa es evidente: la política
de reconciliación cristiano-judía, iniciada en el reino visigodo por Witiza, tuvo catastróficos
resultados, ya que a la larga trajo la destrucción de un Estado cristiano, la pérdida de la
independencia, patria y hasta la matanza cruel de innumerables cristianos.
                    Para terminar este capítulo, insertaremos lo que dice al respecto el gran amigo de los
judíos, el historiador José Amador de los Ríos, insospechable de antisemitismo, refiriéndose a
la ya citada invasión musulmana: “Y ¿cuál fue entre tanto la conducta del pueblo
hebreo?...¿Aprestóse acaso a la pelea en defensa de su patria adoptiva?...¿Ofreció al
combatido imperio sus tesoros?...¿O bien permaneció neutral en medio de tanto estrago, ya
que no le era dado resistir el ímpetu de los vencedores?...El amor a la patria, es decir, el amor
al suelo en que se ha nacido, y la gratitud a las disposiciones de los reyes godos que
beneficiaron a los judíos graciosamente, parecían exigir de aquel pueblo que en reciprocidad
uniera sus fuerzas con las de la nación visigoda, para rechazar la invasión extranjera, abriendo
al propio tiempo sus arcas para subvenir a las apremiantes necesidades del Estado. Pero, en
contrapeso de estas razones existían los antiguos odios y los vivos recuerdos de pasados
ultrajes: la condición de los judíos, como pueblo que tenía igualmente su morada en todos los
ángulos de la tierra; sus intereses generales y particulares; sus costumbres, y el género de
vida errante que a la continua llevaban, incitábanlos permanentemente a solicitar nuevos
privilegios y derechos por encima de los nativos, mientras los impulsaba poderosamente el
fanatismo religioso a atentar en contra de sus odiados anfitriones para precipitar su perdición y
su ruina. De otro modo no se hubiera realizado y propagado la invasión y la victoria
musulmana en toda la Península Ibérica. Poderosas fortalezas y nobles ciudades, donde
prosperaba en número y riqueza la generación israelita, y que hubieran costado sin duda
mucha sangre a los ejércitos de Tariq y de Muza, eran entregadas por los hebreos a los
invasores, quienes hermanados con los africanos las reciban después en guarda,”
251....Finalmente, daremos unos datos interesantísimos, proporcionados por una monumental
obra oficial del judaísmo, la “Enciclopedia Judaica Castellana”, que en su vocablo España
entre otras cosas dice.

                                     
                                                                                 Celtíberos                

Es un hecho indiscutible que lo que determinó a Muza, indeciso pese a las
persuasivas invitaciones del partido de Witiza, a lanzar sus huestes a España, fueron los
informes secretos que recibió de los judíos españoles, quienes le revelaron al Emir la
impotencia militar de la corona, el estado ruinoso de los castillos, el agotamiento del Tesoro
Real y la exasperación tanto de la nobleza como del pueblo, ante una opresión que se había
hecho general”. Y después afirma que: “El 19 de julio del año 711, Tarik 252 aniquiló a los
visigodos en la batalla del lago de Janda o del Guadalete, en la que Rodrigo, al parecer,
encontró la muerte. En este histórico encuentro, se vio a muchos soldados judíos mogrebinos
luchar al lado del vencedor. Inmediatamente, sus correligionarios españoles se sublevaron en
todas partes y se pusieron a disposición de Tarik y de Muza...”En este capítulo nos dimos
una idea de la forma en que actuaba hace mil doscientos años el imperialismo judaico y su
quinta columna en el seno de la Iglesia para destruir un Estado cristiano; sin embargo,
podemos asegurar que la experiencia de doce siglos ha permitido, al imperialismo hebreo y a
sus quinta columnistas, perfeccionar sus métodos subversivos en extremo.
                    Las diferencias de ortografía, tanto en lo que respecta al vocablo “Tarif”, como “Tarik”, “Taric” y otros, se deben a las distintas fuentes citadas, cuyos textos se copian literalmente.


                                     

                                             
                                                                                                           
                                                       Almogávares, terror de los musulmanes
                                                                               
                                          http://www.grandesbatallas.es/almogavares.html

230 Lucas de Tuy, Chronicon, era 733; Rodrigo Jiménez de rada, Arzobispo de Toledo, Rerum in
Hispania gestarum, Libro III, Cap. XV y XVI.
231 Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles. Madrid: Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1946. Tomo I, Cap. III, p. 373
232 Ricardo C. Albanés, obra citada, p. 173.
233 Ricardo C. Albanés, obra citada, pp. 174, 175.
234 Ajbar Machmuá, traducción de don Emilio Lafuente y Alcántara. Madrid: Real Academia de la
Historia. Tomo I (Col. De obras arábigas de Historia y Geografía).
235 Al-Makkari, citado por Ricardo C. Albanés en su obra citada, pp. 175, 176.
236 Enciclopedia Espasa Calpe, tomo XXI, vocablo España, p. 906.
Marcelino Menéndez y Pelayo, de gran reputación mundial, escribe lo siguiente: “Averiguado
237 Juan de Mariana, S.J., obra citada, tomo I, Cap. XXIII, p. 364.
238 Marcelino Menéndez y Pelayo, obra citada, tomo I, Cap. III, p. 373.
239 Reinhart Dozy, obra citada, pp. 267 y ss.
240 Abram León Sachar, Historia de los judíos. Santiago de Chile: Ediciones Ercilla, 1945. Cap. XIV, p. 227.
241 Deborah Pessin, The Jewish People. Nueva York: United Synagogue Commision on Jewish Education, 5712
(1952). Libro II, pp. 200, 201.
242 Josef Kastein, History and Destiny of the Jews, traducida del alemán por Huntley Paterson.
Nueva York: Garden City Publishing Co., 1936. p. 239
243 Graetz, obra citada, tomo III, p. 109.
244 Rabino Jacob S. Raisin, Gentile Reactions to Jewish Ideals (Reacciones de los gentiles al ideal judaico), Nueva
York: Philosophical Library, 1953, p. 429.
249 Graetz, obra citada, tomo III, p. 109.
250 Enciclopedia Espasa Calpe, tomo XXI, vocablo España, p. 904.
245 Ajbar Machmuá citada en José Amador de los Ríos, obra citada, tomo I, p. 106.
246 Al-Makkari, en Vicente Risco, Historia de los judíos. Barcelona: Editorial Surco, 1960. p. 212.
247 Ibn-el Athir, Crónica El Kamel, e Ibn-Khaldoun, Histoire des Berbères, traducción del árabe al francés por el
barón de Slane, edición de Argel, año 1852
248 Lucas de Tuy, Chronicon in Hispania Ilustrata, tomo IV.
253 Enciclopedia Judaica Castellana, vocablo España, tomo IV, p. 144.

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